Sé que ha llegado
para quedarse.
Está aquí para enseñarme un camino.
Uno de tantos.
Las razones del viajero son diversas y complejas.
Camina, y mira hacia atrás.
No mira por miedo,
sino por impotencia.
Se esconde detrás de un caparazón.
Tiene el mismo color que mi propio caparazón.
Y cada rasguño hace mella en el alma
a pesar de parecer completamente superficial.
Nadie diría que tiene motivos para protegerse.
Aunque si tus ojos consiguen penetrar su mirada,
sabrás que sus razones
responde a sucesos de fuerza mayor.
No serás capaz de entender a simple vista los motivos
ni la latencia que acarrea el rumbo de su vida.
En cierto momento yo también he tenido razones,
y las sigo teniendo.
No podemos decidir,
somos piezas de ajedrez
y esta no es nuestra partida.
Solo podemos planear nuestros movimientos,
pero nunca los del jugador.
Ni siquiera los de otras piezas.
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