Bajamos juntos aquella avenida.
había estado en obras años atrás.
El alcalde de turno hizo un buen trabajo.
Aceras kilométricas para personas
tan preocupadas en no llegar tarde al trabajo,
que ni siquiera fueron conscientes del cambio.
El tema es que llegamos al local de moda por aquel entonces.
Las luces parpadeaban, la gente bailaba y los fumadores se escondían.
Ella me miraba, sonreía, y se escondía entre la gente.
Miraba, sonreía, y se perdía entre la gente.
Al día siguiente no recordaba ni su cara,
no tenía ni la más mínima idea del color de su pelo,
no me hacía a la idea de como olía su cuello,
no sospechaba ni de cual sería su nombre.
Quizá sea por eso.
Ella tan solo miraba, sonreía y se perdía entre la gente.
No es tan difícil sacar una sonrisa a cualquiera.
Solo hay que mirar, hacer que sonría, y perderse uno mismo entre la gente.
viernes, 25 de marzo de 2011
jueves, 10 de marzo de 2011
La sección de refrigerados
Me crucé con ella en la sección de refrigerados.
Calamares a la romana y un par de naranjas para zumo.
Se congeló la imagen durante un segundo
y los dos pasamos de largo.
Yo paré y eché la vista a un lado
pudiendo intuir cómo ella se giraba...
me dio la sensación de que se había dejado algo atrás.
Seguí hasta la cola de la caja.
Un pack de agua de la marca Carrefour
y una baguette en sus manos.
Abrigo verde y pitillos ajustados.
Se situó detrás de mi en la cola.
La miré,
ella torció la vista.
Pagué aquellos productos,
recogí la bolsa,
ella sonrió y dijo:
deberías de traer una bolsa de casa.
Yo sonreí y me largué del supermercado.
Sé que nunca será tan interesante como yo la imagino,
pero también sé que había algo detrás de aquellas gafas...
y de aquella melena castaña.
Quizá fuese ella
una chica del futuro.
Calamares a la romana y un par de naranjas para zumo.
Se congeló la imagen durante un segundo
y los dos pasamos de largo.
Yo paré y eché la vista a un lado
pudiendo intuir cómo ella se giraba...
me dio la sensación de que se había dejado algo atrás.
Seguí hasta la cola de la caja.
Un pack de agua de la marca Carrefour
y una baguette en sus manos.
Abrigo verde y pitillos ajustados.
Se situó detrás de mi en la cola.
La miré,
ella torció la vista.
Pagué aquellos productos,
recogí la bolsa,
ella sonrió y dijo:
deberías de traer una bolsa de casa.
Yo sonreí y me largué del supermercado.
Sé que nunca será tan interesante como yo la imagino,
pero también sé que había algo detrás de aquellas gafas...
y de aquella melena castaña.
Quizá fuese ella
una chica del futuro.
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