Crepitan
autobuses humeantes y hojas secas,
dejando a los árboles
desnudos y despoblados,
colmando la insalubridad de aceras y calles adyacentes
mal asfaltadas por años de romo bisturí
y aglomerante de bajo coste.
Se avergüenzan, antes en el tiempo,
las farolas de la espina dorsal del universo,
y todo adquiere un color azul oscuro
mezclado con agua de nieve.
Precipitan y renacen las moléculas.
Leña consumiéndose
y olor a castañas en el casco antiguo.
Los coches y el aguacero,
La escarcha y las alcantarillas rebosantes,
Las bufandas y los gorros de lana.
Las narices rojas y congeladas,
y las manos engalanadas con guantes poblados de motivos navideños.
Chimeneas y calefacciones,
templando casas impregnadas por el olor
a café y tostadas recién hechas...
Tardes de domingo de película, sofá y manta.
Cabalgatas, comidas familiares, reuniones,
Asuntos pendientes, cantautores anglosajones,
compras y centros comerciales,
chocolate caliente,
pistas de hielo y esquí alpino,
pilas de apuntes y exámenes infumables,
las 12 campanadas y el cava catalán,
las primeras promesas y los últimos desenfados.
Cuentas en números rojos y pagas extra,
Adornos navideños y paseos interminables...
Todo parece ir más despacio cuando hace frío.
Cariño, déjame decirte algo que tú no sabes...
Odio a navidad!! e despois de ler esto, e recordala, mais! Que época máis infumable!
ResponderEliminarÉ unha época moi rara, que levanta pasións e odios!
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